No es raro que aparezcan problemas de comportamiento en los animales de más edad. Muchas de las causas son las mismas que podemos encontrar en los animales jóvenes, ya que los cambios en la casa o en el ambiente pueden producir problemas a cualquier edad. Un traslado de casa, un cambio de rutinas, la aparición de nuevos miembros en el hogar -como un bebé o una nueva pareja- o la pérdida de algún miembro existente, pueden tener un impacto dramático en el comportamiento del animal.
Desgraciadamente, los animales tienen más probabilidades de desarrollar problemas médicos y degenerativos a medida que van envejeciendo, lo que a su vez puede causar alteraciones en el comportamiento: enfermedades del sistema urinario pueden llevar al animal a orinar en lugares inadecuados; enfermedades de los órganos endocrinos, como el tiroides o la glándula pituitaria, pueden provocar cambios en el comportamiento y en la personalidad; el deterioro de los sentidos (oído y vista) y la aparición de estados dolorosos o que afecten la movilidad pueden hacer que el animal esté más irritable o que tenga miedo a ser manipulado. Además, el envejecimiento puede producir una serie de cambios en el comportamiento asociados a la senilidad, parecidos a los cambios que se ven en las personas que padecen síndrome de Alzheimer.
¿Cómo puedo saber si el problema de comportamiento de mi mascota está relacionado con la edad?
Todos los casos en los que se aborda un problema de comportamiento deben empezar con un examen físico y una historia clínica y del comportamiento, sea cual sea la edad. A veces, es necesario realizar analíticas de sangre y de orina para descartar problemas orgánicos o desequilibrios hormonales. En algunos casos es necesario investigar con más profundidad y hay que hacer más pruebas de laboratorio, radiografías, ecografías, TAC, etc., muchas de las cuales implican derivar el caso a un veterinario especialista.
¿Mi mascota es muy mayor, vale la pena realizar estas pruebas? ¿Qué se puede hacer?
Por desgracia, muchos propietarios de animales mayores no comentan con su veterinario los cambios de comportamiento, ya que lo ven como un proceso normal del envejecimiento y creen que no se puede hacer nada para mejorarlos. Pero eso no es del todo cierto. Muchos problemas tienen una causa médica de base que se puede controlar o tratar con fármacos, dieta o cirugía. Los cambios hormonales asociados a una hiperactividad o hipoactividad de la glándula tiroides, la diabetes, las enfermedades de la glándula pituitaria y los tumores testiculares, pueden provocar cambios espectaculares en el comportamiento, pero la mayoría de estos problemas tienen un tratamiento y se pueden controlar. La degeneración de los órganos puede retrasarse con suplementos dietéticos o cambios de alimentación. La presión arterial alta y las enfermedades cardíacas y respiratorias pueden paliarse con medicación y mejorar la calidad de vida e incluso la longevidad del animal. Además, existen nuevos medicamentos muy útiles para tratar cambios del comportamiento relacionados con la senilidad propia del envejecimiento.
¿A qué síntomas hay que estar atento?
Los cambios en el comportamiento, el aumento o disminución del apetito o la sed, el aumento de la frecuencia de micción o de la cantidad de orina, la incontinencia urinaria (goteo de orina u orinar en la cama), los cambios en la frecuencia o en la consistencia de las heces, los cambios en la piel o en el pelaje, el mal aliento o el sangrado de las encías, la rigidez o el dolor, el jadeo excesivo, la tos, el aumento o la pérdida de peso y los temblores son algunos de los signos más comunes que deberían comentarse con el veterinario cuando se observan en un animal mayor.
¿Qué es y cómo se diagnostica la disfunción cognitiva?
En general, se cree que igual que en las personas, la capacidad de aprendizaje, la memoria y la atención mental de los perros tienden a disminuir con la edad; esta disminución se denomina disfunción cognitiva. Lo mismo puede suceder en los gatos. Si un perro o un gato presentan uno o más de los siguientes cambios en el comportamiento y se han descartado las causas médicas y físicas, la alteración podría ser consecuencia de una disfunción cognitiva:
a) Disminución de las reacciones frente a estímulos (sonidos, imágenes u olores)
b) Confusión, desorientación, debilidad
c) Disminución en la interacción con los propietarios (animales menos afectuosos)
d) Aumento de la irritabilidad
e) Ciclos sueño-vigilia irregulares (dormir durante el día, despertar por la noche con más frecuencia de la normal)
f) Aumento de la vocalización
g) Micción o defecación inadecuadas o pérdida de comportamientos previamente aprendidos
h) Reducción de la capacidad para reconocer personas, otros animales u órdenes
i) Disminución del interés por la comida
j) Andar en círculos, alteraciones compulsivas o repetitivas
k) Menor tolerancia a quedarse solos
En un estudio en el que se preguntó a propietarios de perros de entre 11-16 años sobre síntomas de disfunción cognitiva, se observó que un 62% de los animales presentaban al menos uno de los síntomas anteriores.
¿Tienen Alzheimer los animales?
Muchas de las lesiones asociadas con el síndrome de Alzheimer en personas también se han encontrado en perros y gatos. En algunos animales se desarrollan múltiples problemas en el comportamiento que progresan hasta un punto en el que el perro o el gato ya no es "funcional". Este estado concuerda con la demencia o la senilidad que se observa en personas en casos de Alzheimer.
¿Se pueden tratar los problemas de comportamiento en los animales mayores?
En muchos casos la respuesta es sí. Por supuesto, si hay causas médicas que contribuyen a los cambios de comportamiento, puede que no sea posible el tratamiento. De ahí la importancia de comentar la situación con el veterinario.
En casos de disfunción cognitiva, la reducción de los niveles de dopamina en el cerebro puede ser responsable de muchos de los cambios de conducta. Actualmente existen fármacos muy eficaces para tratar algunas formas de disfunción cognitiva en los perros. La selegilina ayuda a normalizar los niveles de dopamina en el cerebro y a proteger de la degeneración neuronal y tiene pocos efectos secundarios. La nicergolina aumenta el flujo (las reservas) de sangre en el cerebro y además protege las células cerebrales de algunas lesiones debidas a la falta de oxígeno.
Recientemente se han desarrollado tratamientos para la disfunción cognitiva basados en la nutrición. Investigaciones recientes sugieren que la manipulación de la dieta puede tener un efecto favorable en la memoria a corto plazo de los perros, en especial en lo referente al aprendizaje y la memoria. Se cree que los antioxidantes previenen el desarrollo de la neuropatología relacionada con la edad y promueven la recuperación de las neuronas que presentan síntomas de neuropatología. Las dietas comerciales ricas en antioxidantes son otra opción para el tratamiento de las alteraciones del comportamiento en animales geriátricos. Con estas dietas, muchos de los problemas de comportamiento de la lista anterior mejoran y en general los animales se muestran más alerta, juguetones y afectuosos. Es importante recalcar que puede ser necesario readiestrar a los perros y realizar algunos cambios en el ambiente para resolver el problema.
Los perros que desarrollan alteraciones de comportamiento debidas a circunstancias médicas, pueden requerir cambios en el horario o en el ambiente como parte del tratamiento. Si el problema médico es tratable y puede controlarse o resolverse (por ejemplo, infecciones o estados dolorosos) hay que plantearse un readiestramiento del animal, ya que de lo contrario los nuevos hábitos pueden persistir. En los casos que no permiten un tratamiento completo, es necesario adaptar los horarios y el ambiente según las circunstancias. Por ejemplo, un perro con incontinencia urinaria debido a una causa médica necesita salir más veces a la calle, y en el caso de un gato con dificultades para moverse, quizá sea necesario cambiar la bandeja a un sitio más apropiado.