¿Por qué debo poner bozal a mi perro?
Si el perro tiene tendencias agresivas, sería irresponsable poner en riesgo la salud de terceros por no tomar las precauciones adecuadas. La gente suele evitar a los perros con bozal, lo que reduce las posibilidades de que el animal se sienta provocado y ataque.
¿Son crueles?
Los bozales no son crueles, pero pueden causar problemas de bienestar si no se usan adecuadamente. Si se tienen en cuenta las siguientes indicaciones, un perro puede incluso aprender a disfrutar cuando lleva el bozal puesto. Colocar el bozal únicamente cuando va a suceder algo malo (por ejemplo, cuando le van a poner una inyección) y pensar que el animal lo aceptará de inmediato son dos de los errores más frecuentes.
¿Que tipo de bozales hay?
Los dos tipos de bozales más habituales son los de canasta y los de nylon. Los de canasta dan al perro más libertad para jadear y beber si están bien ajustados, mientras que los de nylon permiten premiar las conductas adecuadas con trocitos de comida.
¿Cómo adiestro a mi perro para que le guste llevar bozal?
1. Es importante encontrar un bozal cómodo y eficaz para cada perro. Puede costar un poco de tiempo, pero vale la pena probar diferentes tipos.
2. Nunca se ha de empezar poniendo el bozal en una situación de conflicto. Hay que enseñar el bozal al perro, dejar que lo huela y lo investigue y darle un premio antes de retirarlo. El proceso debe repetirse muchas veces para que se produzca una asociación positiva con el bozal.
3. Poco a poco se va poniendo el bozal en el hocico, despacio y sin atar, y se recompensa al animal cuando se le quita. Paulatinamente se aumenta el tiempo que se deja puesto el bozal (de una fracción de segundo hasta unos pocos segundos) y no se premia todas las veces, sino sólo aquéllas en las que el perro permanece más quieto.
4. Una vez que el perro acepta el bozal como algo bueno, especialmente si permanece quieto, el siguiente paso es poner el bozal e intentar abrocharlo. Como antes, el tiempo que se deja colocado se va aumentando gradualmente (cuanto más tiempo se deja puesto mayor debería ser el premio al retirarlo). El objetivo es que el perro lleve el bozal durante treinta minutos. Cuando se llega a este punto se le puede premiar con juegos o paseos.
5. A continuación se empieza a poner el bozal antes de sacar al perro para realizar un paseo corto, pero se siguen evitando las situaciones que puedan ponerlo nervioso. Si el adiestrador cree que necesita quitar el bozal durante un rato, debe hacerlo cuando empieza el camino de vuelta, tras comprobar siempre que la correa está bien colocada. Cuando se retira el bozal hay que premiar al perro con halagos, caricias u otro tipo de recompensa.
Una vez se ha establecido esta rutina, se empieza a colocar el bozal antes de encontrarse con situaciones potencialmente peligrosas. El perro debería llevar el bozal también en otras ocasiones, para que no pueda predecir las situaciones problemáticas. Si el animal intenta quitarse el bozal (si es así, probablemente se ha intentado ir demasiado lejos antes de tiempo) no hay que retirarlo de inmediato; se puede detener el intento con un tirón de la correa y quitar el bozal en el momento en que el perro se relaja. La norma más importante es seguir un ritmo adecuado para que el perro acepte el proceso, lo que puede implicar que el programa completo se alargue unas semanas.